Asegurar que Josep Lluís Núñez ha sido el mejor presidente del Barça es muy subjetivo. Lo indiscutible es que es el que mejor legado ha dejado. Un club potente, deportiva, social, patrimonial y económicamente. Tras ganar a Sixte Cambra en las elecciones de 1989, Núñez dijo: “He vencido a un candidato, a un partido político (CiU) y a una televisión (TV3)”. Dado que el Barça es la institución más representativa y potente del país siempre fue y es un pastel muy apetitoso para los poderes políticos, económicos y mediáticos. Núñez supo blindar el club. Quizás por eso, los políticos no le autorizaron a desarrollar el proyecto inmobiliario Barça 2000 en el Camp Nou ni levantar la ciudad deportiva en Sant Joan Despí.
En 1990, Núñez convenció al secretario de Estado para el deporte, Gómez Navarro , de que el Barça, igual que otros tres clubes saneados económicamente, no se transformara en SA, como el resto de clubs españoles. Gracias a ello el Barça es hoy propiedad de sus socios. Núñez impedía que se aprovecharan del club y no le temblaba el pulso. Le puso las maletas en la puerta a Ronaldo cuando tras acordar su renovación exigió todavía más dinero. En una reunión de junta, un directivo le sugirió que el Barça debía donar el 0,7% de su presupuesto a temas solidarios, Núñez dijo que estaba de acuerdo pero que no podían ser solidarios con el dinero del socio y propuso que cada directivo pusiera un millón de pesetas de su bolsillo. Se hizo el silencio. A los pocos días puso en marcha la Fundación FC Barcelona. Permaneció tantos años en la presidencia porque soportó las presiones externas y mantuvo la independencia del club. Es un mensaje para futuros candidatos.
